Imaginad la situación: estás en casa, un día cualquiera, uno de esos días que podría resultar anodino. Y sin saber el motivo, te notas raro.
Esa extrañeza te resulta familiar en el fondo. Realmente llevas ya un tiempo, no mucho, notando esa sensación. Lo que, aparentemente, te debería incomodar, te da bienestar. Raro...
La gente tiene una manía, bastante molesta en mi opinión, que provoca auténticas frustraciones e injusticias. Poner etiquetas, jodidas etiquetas. He pensado sobre ello, y la única explicación que encuentro para ponerlas es para "facilitar el trabajo" en la vida.
"Fulano es tal cosa, me lo ha dicho mi amigo". Y sin más, lo creemos.Vamos a ver... verdaderamente eso significa "no pensar".
Pues no, hay que pensar. Formarnos nuestras propias opiniones es un poco más costoso, pero infinitamente más maravilloso. Pero claro, nos gusta que nos den las cosas hechas, ¿verdad?... Será por las prisas...
Vivimos atenazados constantemente, por lo que se supone que debemos hacer según nuestra edad y condición social o cultural. Si no sigues ese patrón, pasas inmediatamente a ingresar en la "sección folclórica" de la población.
¿Os dais cuenta de la cantidad de experiencias, charlas, opiniones, viajes y sentimientos que nos perdemos, al vivir así? Una pena.
Decidí vivir según lo que me apetece hacer, intentando no hacer la vida imposible a nadie. El famoso "vive y deja vivir"... Pero la envidia hace que, algunas personas se sientan molestas al verte sonreír.
Añade esta temible frase: "las cosas son así". Si eso fuera cierto, seguiríamos viviendo en cuevas o con el derecho de pernada en pleno auge.Si unes el miedo a lo desconocido, o lo que es peor aún, el miedo a lo recordado, ya tienes motivos de sobra para convertirte en un borrego o en una ameba. Eso sí, con mala leche encima.
Es arriesgado sí. Pero la vida es riesgo. Y uno de los mayores riesgos es... ser feliz. Eso nos produce verdadero pavor.
Pero... un día te llega algo de repente. Algo que te impulsa a arriesgar. Una vez más, te sacudes los miedos y piensas: "¡pero qué coño!"Hay que estar fuerte para poder arriesgar, es cierto. No pasa nada. Esta vez es ligeramente distinto. Ahora contemplo la posibilidad de la derrota como parte del juego. Y no me paraliza. La mejor manera de ganar es conocer todas las posibles consecuencias. Gracias a todo ello, me siento capaz, me siento ilusionado y pienso: "dame problemas".
Sí, es verdad, hay problemas, dificultades, soledades, obstáculos, arrugas del alma, puñetazos en el orgullo, incomprensible cerrazón, desprecio, prisas, violencia, llamadlo como prefiráis.
Pero también hay soluciones, compañías, facilidades, buen humor, pausa reparadora, arte en cada esquina, maravillosa apertura mental, coraje incansable, perdón, calidez...
Refugiarse en el trabajo funciona un tiempo. Es como meterse en una burbuja. Te protege del exterior, te evita contacto, riesgos, te ayuda a no pensar... Pero eso termina, o debería terminar, en algún momento.
Qué gusto da trabajar para vivir. Qué desperdicio es vivir para trabajar.(Hoy no tocaré el tema de la profesionalidad. Os habéis librado, jeje)
El gusto por los pequeños detalles, nos ofrece una riqueza personal inagotable e incalculable. Despeinarte con el viento, dejarse manchar por el barro, sentirte abrumado por la cantidad de cosas que quedan por aprender, contagiarnos de las ganas de seguir luchando, emocionarnos con una sonrisa, notar cómo se abre tu pecho al leer una carta...
Podría continuar enumerando instantes y experiencias, pero entonces significaría que ya no me queda nada nuevo que saborear. Y aún queda mucho.
Un día aparentemente anodino, te das cuenta. Y ese día, estás dispuesto a dar y recibir un abrazo de esos que te traspasan y te envuelven, de esos de más de siete u ocho segundos, de esos que, sencillamente, te completan.
Nos vemos.
Comentarios
"Ahora contemplo la posibilidad de la derrota como parte del juego". Y si lo piensas despacio, es lo bonito del juego. Si la victoria es segura, no sabe a nada. Es difícil de aprender, al menos a mí me costó.
Me alegro de verdad de que esta partida la ganes.
Un abrazo,
Edu.