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Crónica - Rhino Bucket - Madrid, febrero 2013

- EL "ANTI-FRONTMAN"
Rhino Bucket son californianos y tocan hard rock. Su estilo es calcado a AcDc, cosa que no ocultan. Teniendo en cuenta esas premisas, deberían cumplir una serie de tópicos... Y grupos con esas características hay unos cuantos. Pero el martes 12, en La Boite, quedó demostrado que se diferencian del resto en un aspecto fundamental, su cantante, Georg Dolivo.
En el rock, algo primordial para toda banda que pretenda hacer algo significativo, es tener un cantante arrollador, inquieto y con voz y resto de cualidades rebosantes de personalidad, vamos, un buen "frontman". Para el que no tenga claro a qué me refiero, sólo hay que fijarse en nombres tales como Steven Tyler, Bon Scott, David Lee Roth, Michael Monroe, Mick JaggerBret Michaels...
Pues bien, Georg es de todo menos inquieto y arrollador. Es como si le diera vergüenza ser cantante y centro de miradas. Estático, comedido, fiel a su voz rota (con giros idénticos a Bon Scott), apenas sonríe y se muestra cómplice lo justo. Todo ello podría ser un incoveniente, al no mostrarse "original".

Todo parece importar poco o nada, tanto a Dolivo como al resto de la banda. El propio Georg como efectivo guitarrista rítmico. Brillante guitarrista solista, fino y concreto. Base rítmica (bajo y batería) potente, machacona e infalible. Buenos y precisos coros. Sí, es cierto, es una banda demasiado "acedeciana", con temas demasiado "estrechos", moviéndose en cortas variaciones que hacen que todo suene "prácticamente igual", desde la primera canción a la última.
Eso sí, encantado de la vida. Ya que con el excelente sonido presente durante todo el concierto, con la sala a reventar, público y banda entregados, sólo había que dejarse llevar por el ritmo constante, y sencillamente, disfrutar.
Rhino Bucket eran "tan sólo" el principio de una gran noche, con fiesta homenaje a Bon Scott, sorteos de artículos "marca AcDc" y la posterior actuación del grupo Chamán.
Tocaron durante hora y media exacta, sin set list en papel, pero todo el directo bien ensayado, aprendido y rodado, casi sin parar. Todo comenzó con "One night stand", tema de apertura de su primer disco, allá por 1990. Lo tocaron íntegro y por orden. Cuando "se lo terminaron", dieron paso a temas de sus otros discos, como "The hardest town", por ejemplo.
Concierto repleto de dureza, claridad y constancia. Muy pocas palabras dirigidas a la audiencia, y sólo una "mini parrafada" hacia el final del concierto, animando a la gente. Y nada de bises. De hecho, al acabar vi algo insólito. Tras el último baquetazo, el batería ¡trincó la caja en sus brazos y se la llevó! Debió ser por cariño...
Buen concierto, de esos de "al grano". En resumen, Rhino Bucket son una buena banda de hard rock, sin mayores (ni menores) pretensiones, pero que demuestra sus cualidades en directo, como hacen los buenos.
Nos vemos.

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