- ROCK E INTENSIDAD SETENTERA
Arrancó "nuestra" temporada de conciertos, por fin, el martes 15, en Wurlitzer Ballroom.
Se encargaron de ello, cómo no, otro grupo australiano (y van ...), The Widowbirds. Al no vivir en Australia, no lo puedo asegurar, pero una de dos, o antes no existían estos grupos allí, o si existían, no les dejaban salir de la isla. Si es lo segundo... bendita apertura de fronteras.
Desde allí están haciéndonos vivir un (como llaman) "revival" increíble. Una vuelta a las actitudes de los 70, donde el rock admitía influencias de otros estilos, sin abandonar nunca sus raíces. Existía inquietud, riqueza de composiciones, descaro... hambre.
En aquél entonces, lo estaban inventando según lo hacían. Hoy en día, "simplemente", hacen que nuestro corazón lata con más fuerza, que no es poco.
Durante hora y media, dejaron a un lado la producción y arreglos del estudio, abriendo el grifo de la intensidad al máximo, dando rienda suelta a una instrumentación mucho más cruda y potente. Hubo gente que eligió perderse este concierto, por ser en el disco demasiado... "tranquilos".
Cierto, en disco suenan más... acústicos, incluso místicos en ocasiones. Da impresión de que en cd tocan sólo para una persona, en privado, y en directo "hacen público" su talento.
Abrieron con "Follow me down", y fueron cayendo casi todos los temas de su magnífico único disco, "Shenandoah", de 2011. Tocan sin prisa, dejando que cada tema madure en directo, invadiendo a todo el público poco a poco. "Rumble in the Alley" o excelente "My time", fueron buena muestra de ello.
Simon Meli, su cantante (quien proviene de una banda ya desaparecida, Oh La La), debe ser la reencarnación de algún frontman de los de toda la vida. Con una voz muy personal y de gran calidad, derrocha carisma en cada movimiento. Si hubiera nacido en otra época, estaríamos hablando de un artista de la talla de cualquiera de los clásicos (Robert Plant, Paul Rogers, etc). La banda (en ocasiones demasiado encorsetada) le cede el protagonismo, pero él no abusa, aunque cualidades tiene de sobra como para viajar solo.
Buen sonido, sala llena, buen grupo, buenas canciones... de algo así no puede salir nada malo. El concierto fue de menos a más. Como su música, la conexión entre Widowbirds y la audiencia fue forjándose poco a poco, pero todos sabíamos que acabaría por producirse. La entrega entre ambos, al inicio algo escasa, fue aumentando, hasta ser total hacia la mitad del show.
En los bises sacaron el resto que les quedaba de soul, groove, blues, feeling... dejando maravillados a todos con "Time we gotta move on" y "Lead myself astray". Su batería saliendo a "primera línea" para calentar a la gente, Simon bailando y buscando complicidad con la banda (por fin algo más sueltos) ...
Un último tema, la versión del clásico "Gimme some lovin'", puso fin a su directo, dejando muy buenas sensaciones entre casi todos.
The Widowbirds. Muy buen disco, versatilidad, excelente frontman, grandes composiciones, buen directo. Ésto promete. Seguiremos atentos.
Nos vemos.
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