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Crónica - Girls Guns & Glory - Madrid, diciembre 2012

- ROCK AND ROLL CÁLIDO Y AÑEJO
Así, juntando sus manos, agradecían Girls Guns & Glory el calor del público, tras (casi) cada canción. Lo que vivimos el martes 04, en Wurlitzer Ballroom, fue "una de esas" grandes noches, en las que el rock vuelve a mover almas.
Antes de que esta banda de Boston, diera ese enorme concierto, salió al escenario, de sorpresa, un tipo con una acústica. Comenzó a contarnos, mezclando inglés y español, que él era de una banda llamada Chicken Fried, pero que aunque no era el cantante, esta noche iba a cantar tres o cuatro temas, y que le gustaba España, pero lo que más le gustaba eran "las señorritas", palabras textuales.
Con toque irlandés en su música, descaro, simpatía y ganas, tocó durante viente minutos. "I love you in blonde" fue su comienzo. Versionó a los propios Girls Guns & Glory al tocar "Six sixty seven". Y se despidió, no sin antes recordar su gusto por "las señorritas", con un medley de clásicos del rock.
Con nuestras sonrisas aún en los labios, comenzaron Girls Guns & Glory. Arrancaron con "Keep on calling", de su disco "Inverted valentine", de 2008, cuya gran canción homónima, sonaría más tarde. Nos esperaban por delante, casi dos horas de rock clásico, además del "postre" de escuchar los discos que pinchó Manolo Fernández, al acabar el concierto. Gran noche, sin duda.
Para que un directo triunfe, dos partes deben ir juntas y rendir por igual y a un gran nivel. Ese fue el caso de la noche del martes. Tanto los músicos, como el técnico de la sala, estuvieron ejemplares. El sonido fue excelente, limpio, preciso y con matices. Así sí.
Con pinta de "buenos chicos", sin muchos aspavientos ni posturas, daba gusto escuchar, tanto los temas de sus cuatro discos, como las numerosas versiones que sonaron. Gram ParsonsJohnny CashChuck Berry ... aparecían mezclándose en un set list nada estático, con las canciones de su último cd por ahora, "Sweet nothings", de 2011.
Grandes momentos gracias a "This old house", "Six sixty seven", "Sweet nothings" o "Mary Anne" nos impregnaron de honky tonk, country, incluso algún flirteo rockabilly. "I can't dance", "Hot burrito", "Folsom Prison" o "Sweet little sixteen", fueron la confirmación de que "estábamos" en la Norte América del tupé, de la mirada taciturna, de la hamburguesa en el dinner o de los viejos Cadillac.

Capítulo a parte es su guitarrista. Toca como sin darle importancia. Su esfuerzo es mudo, suave ... pero también afilado e incluso algo violento en ocasiones. Rápido o lento, hasta se atreve a "silbar cuerdas". Limpio y contundente, reforzando melodías o luciéndose en preciosos solos.
Girls Guns & Glory poseen sentimiento y calidad musical, a partes iguales y sin sacar pecho. Cordialidad en el trato con la gente, como demostraron al acabar, charlando amigablemente con todo el que se acercaba. Y rock and roll, mucho rock and roll con aroma "del de antes". Una constante acústica marca el camino, una eléctrica da profundidad y brillo, mientras batería y bajo otorgan la consistencia necesaria. Ritmos fáciles, letras que hablan de chicas, de anhelos, de recuerdos ...
Claras influencias de los clásicos, y de los no tan clásicos, como por ejemplo, Chris Isaak o Dwight Yoakam. No hablan mucho en el escenario. Eso sí, se anotaron en su set list, en español, para presentar sus temas, la frase "Esta canscion se llama".
Encantados con la respuesta en directo del público español. Según nos contó otro amigo, vienen de tocar en restaurantes en Francia, donde la gente, digamos ... no sólo está pendiente del concierto.
En los bises, "Six days on the road", "Move it on over" y otro tema propio. Tras una hora y tres cuartos, pusieron fin a un gran concierto que nos dejó un excelente sabor de boca. Tras ellos, Manolo Fernández se adueñó de "los mandos" de la música, poniendo banda sonora americana (como no podía ser de otra forma) a nuestras charlas "post concierto".
Girls Guns & Glory son, sin duda, garantía de una gran sesión de rock and roll añejo con sabor country, es decir, de la música americana de toda la vida, lejos de etiquetas más o menos actuales. Y yo que me alegro.
Nos vemos.

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