Hubo un día en que pude elegir. Pienso que siempre se puede, por muy negro que veamos el panorama. Siempre hay un punto de luz. Lo difícil es encontrarlo.
En ocasiones, se encuentra en "la otra cara" de lo que vemos a simple vista. De nosotros depende intentar encontrarla.
Y la encontré. Y eso me permitió llenarme de heridas, a veces de las "no tan buenas", pero siempre, en posterior balance, heridas provechosas.
Tuve que viajar. Hay gente que no lleva bien determinado tipo de viajes. Es cierto, no son comparables a aquellos momentos de elección propia y libre, pero tienen su encanto.
El cansancio no deja apreciar la realidad de lo que acude a nuestra mirada ... ¿o sí? Sólo hay que dejar de "ver" durante un instante, y comenzar a "mirar". "Escuchar" en lugar de "oír" ...
Nunca dejar de "soñar", aunque manteniendo consciencia del terreno que pisamos, se torna imprescindible como instrumento para mantener nuestra ilusión viva.
Y nuestra labor continúa evolucionando, con mejor o peor resultado, pero con asidua eficacia e incluso, en ocasiones, reconocida eficiencia.
Momentos duros, esperas largas, pequeños detalles alegres ... en definitiva, dosis altas de satisfacción.
Y un día, sin esperarlo, alguien llega a tu corazón más cerca que otros.
Tú aún no lo sabes, pero te esperan varios años de sonrisas, llantos, charlas y silencios cómplices.
Ese alguien vino para, de un modo u otro, quedarse.
Durante los ratos de inexplicable pausa, o mientras la avalancha de peticiones no nos deja ver más allá, nuestro empeño debe ser firme, manteniendo nuestro propio "listón". Eso nos permite continuar día tras día con la conciencia tranquila.
Anhelar volver a casa, es una constante de ese día a día. Pero gracias a fugaces ráfagas de realidad desconocida, conservo interés por permanecer en tierras ajenas. Unas tierras que dan amparo y buen trato al extraño, pese a sus propios conflictos internos.
Incredulidad ante lo inesperado, mucha mano izquierda ante la estupidez, impotencia frente a las chapuzas gratuitas, frialdad y calma frente a la prepotencia.
Y entre todo ello, balones de oxígeno de relax, unión y apoyo entre tus compañeros de viaje.
Hay errores y hay aciertos. Embarazosos tropiezos (literalmente), apuros solventados con pulcritud absoluta, o tensiones absurdas que no prosperan, gracias a la buena voluntad de unos pocos.
En ocasiones, simpáticos imprevistos que, sencillamente, suceden delante de nuestras narices.
Mi afán es corresponder a la amabilidad que recibo. Y resulta complicado conservar la tranquilidad, ante el ocasional profundo rechazo de tu visita.
Pero siempre queda un granito de arena. Unas veces lo das, otras lo recibes, pero permanece como muestra de un enriquecedor mestizaje.
Supuestos bienestares, reales fortunas, conocidas tiranías, anónimos sufrimientos ... conviven en un palmo de tierra. Lugares donde, las pequeñas alegrías, suponen días completos de inestable felicidad.
Y cuando crees que te encuentras en el buen camino, de un zarpazo todo se tambalea. Sin embargo, lejos de asustarme, me aferro a mis cimientos. No puedo permitirme el lujo de no hacer caso a "esas cosas que la vida te enseña, quieras o no quieras".
Y todo lo vivido, como siempre, esté a simple vista o haya que buscarlo en "la otra cara", construye nuestra personalidad. Nos proporciona recursos, nos sugiere opciones ... y siempre nos deja una puerta abierta para seguir adelante.
Hoy me considero más afortunado que ayer. Todo me ha enriquecido y me ha preparado para poder seguir dando todo lo que llevo dentro.
En eso estoy. Y doy gracias por ello.
Nos vemos.
En ocasiones, se encuentra en "la otra cara" de lo que vemos a simple vista. De nosotros depende intentar encontrarla.
Y la encontré. Y eso me permitió llenarme de heridas, a veces de las "no tan buenas", pero siempre, en posterior balance, heridas provechosas.
Tuve que viajar. Hay gente que no lleva bien determinado tipo de viajes. Es cierto, no son comparables a aquellos momentos de elección propia y libre, pero tienen su encanto.
El cansancio no deja apreciar la realidad de lo que acude a nuestra mirada ... ¿o sí? Sólo hay que dejar de "ver" durante un instante, y comenzar a "mirar". "Escuchar" en lugar de "oír" ...
Nunca dejar de "soñar", aunque manteniendo consciencia del terreno que pisamos, se torna imprescindible como instrumento para mantener nuestra ilusión viva.
Y nuestra labor continúa evolucionando, con mejor o peor resultado, pero con asidua eficacia e incluso, en ocasiones, reconocida eficiencia.
Momentos duros, esperas largas, pequeños detalles alegres ... en definitiva, dosis altas de satisfacción.
Y un día, sin esperarlo, alguien llega a tu corazón más cerca que otros.
Tú aún no lo sabes, pero te esperan varios años de sonrisas, llantos, charlas y silencios cómplices.
Ese alguien vino para, de un modo u otro, quedarse.
Durante los ratos de inexplicable pausa, o mientras la avalancha de peticiones no nos deja ver más allá, nuestro empeño debe ser firme, manteniendo nuestro propio "listón". Eso nos permite continuar día tras día con la conciencia tranquila.
Anhelar volver a casa, es una constante de ese día a día. Pero gracias a fugaces ráfagas de realidad desconocida, conservo interés por permanecer en tierras ajenas. Unas tierras que dan amparo y buen trato al extraño, pese a sus propios conflictos internos.
Incredulidad ante lo inesperado, mucha mano izquierda ante la estupidez, impotencia frente a las chapuzas gratuitas, frialdad y calma frente a la prepotencia.
Y entre todo ello, balones de oxígeno de relax, unión y apoyo entre tus compañeros de viaje.
Hay errores y hay aciertos. Embarazosos tropiezos (literalmente), apuros solventados con pulcritud absoluta, o tensiones absurdas que no prosperan, gracias a la buena voluntad de unos pocos.
En ocasiones, simpáticos imprevistos que, sencillamente, suceden delante de nuestras narices.
Mi afán es corresponder a la amabilidad que recibo. Y resulta complicado conservar la tranquilidad, ante el ocasional profundo rechazo de tu visita.
Pero siempre queda un granito de arena. Unas veces lo das, otras lo recibes, pero permanece como muestra de un enriquecedor mestizaje.
Supuestos bienestares, reales fortunas, conocidas tiranías, anónimos sufrimientos ... conviven en un palmo de tierra. Lugares donde, las pequeñas alegrías, suponen días completos de inestable felicidad.
Y cuando crees que te encuentras en el buen camino, de un zarpazo todo se tambalea. Sin embargo, lejos de asustarme, me aferro a mis cimientos. No puedo permitirme el lujo de no hacer caso a "esas cosas que la vida te enseña, quieras o no quieras".
Y todo lo vivido, como siempre, esté a simple vista o haya que buscarlo en "la otra cara", construye nuestra personalidad. Nos proporciona recursos, nos sugiere opciones ... y siempre nos deja una puerta abierta para seguir adelante.
Hoy me considero más afortunado que ayer. Todo me ha enriquecido y me ha preparado para poder seguir dando todo lo que llevo dentro.
En eso estoy. Y doy gracias por ello.
Nos vemos.
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Ya será menos ... ;)