Allá por el año 1988, en el estadio Vicente Calderón, Bruce Springsteen & The E Street Band dieron el mejor concierto de mi vida. He tenido la suerte de poder asistir a verdaderas brutalidades de conciertos (en el buen sentido, claro), pero ese número uno del escalafón, se ha mantenido así por muchos motivos. No hablaré en esta ocasión de ellos.
Dejando de lado aquél espectáculo, tengo que decir que este pedazo de cabrón lo ha vuelto a hacer. Desde aquél año, Bruce ha pasado por Madrid en numerosas ocasiones, dando todo tipo de conciertos, con la banda de siempre, en solitario, en acústico, con otras bandas ... pero no, nada como aquél directo.
Sólo cuando "emigrábamos" a otras ciudades, encontrábamos a veces (no siempre) al Bruce que desborda, que machaca, que sorprende y que parece inagotable.
Comentando con amigos a la salida de cada concierto, sus caras de satisfacción y de "orgasmos rockeros", se tornaban en incredulidad cuando algunos decíamos: "sí, muy bien, pero no ha sido memorable".
Me dijo un amigo: "oye, igual deberías ver menos a Bruce, ¿no?", imagino que para poder estar más "virgen" ante los grandes conciertos que nos ha ido regalando siempre. Gracias, pero tras algunas dudas, hemos comprobado que no ha hecho falta "bajar el ritmo" de asistencia.
Sólo el segundo día de su visita a Barcelona en el año 2008, se acercó a ese "trono conciertero".
Pues bien, lo que vivimos en el estadio Santiago Bernabéu, el 17 de junio de 2012, ha hecho que se tambaleasen nuestros "cimientos Springsteenianos".
Y visto lo visto, por lo que nos va llegando sobre posteriores conciertos, eso es lo que se ha propuesto Bruce, que se nos tambaleen todas nuestras creencias y experiencias sobre él y su banda.
En sus últimas tres giras (las dos anteriores podrían considerarse como una sola), han adoptado un "modelo" de concierto, en el que TODO es posible.
Es como si les hubiera "entrado prisa" por dar conciertazo tras conciertazo, como si llegaran al final de algún tipo de camino. Puede ser la edad, puede ser cualquier cosa, pero normalmente, los músicos, con los años, tienen menos "hambre" (en muchos sentidos).
Digamos que el hambre más literal, éstos tipos ya no la sufrirán, y puede que tampoco algunas de sus generaciones venideras. Y tampoco muestran mucho hambre "musical" en cuanto a los discos de estudio, que son ya, demasiado conformistas (aunque ya quisieran muchos, "firmar" esos discos).
Pero no hay duda. Hambre de concierto sí tienen, y mucha.
Los directos de Bruce siempre han sido largos. Mucho se ha escrito sobre ello.
Al acabar el del pasado domingo 17 de junio, escuché un comentario anónimo: "algún día podremos decir que estuvimos allí". Esa y otras muchas sensaciones fueron las que dejó el concierto más largo de la carrera de un tal Bruce Springsteen. Tres horas y tres cuartos, con esa intensidad, calidad y variedad, no están al alcance de nadie hoy en día.
Tras el directo de apertura de gira en Sevilla, en mayo, un amigo y yo, acabamos con sabor agridulce. Buen espectáculo, tres horas exactas, guión esperado, buen sonido, la banda en forma ... obviamente no defrauda. La gente salió encantada. Pero Bruce sabe dar mucho más.
Resultó a ratos, demasiado obvio, tanto por el repertorio, como por los guiños al público, heredados y calcados de la anterior gira.
Con ese antecedente, acudimos a la cita madrileña, al menos yo, con recelo, escéptico. Empezaba a pensar que me uniría a aquellos amigos que habían "colgado las botas" con Bruce.
Os puedo asegurar que pocas veces me he alegrado tanto de equivocarme.
Cuando Bruce y su E Street Band salen a morder, se nota. Y logran invadir con un velo de magia todo el recinto, a todo el público; del primero al último asiento de la grada; de la primera mano en alto, hasta la última lágrima derramada. El contagio es instantáneo. La suma de las tremendas personalidades de todo el grupo, marchan al unísono, repartiendo alegría con cada nota.
Dice un amigo, que ver a Bruce es una de esas cosas que hay que hacer, al menos, una vez en la vida. Estoy con él. Hay que lograr respirar el rock que desprenden estos músicos. La vida es demasiado dura, como para no catar las cosas buenas que nos pone al alcance de la mano (y del bolsillo, claro).
Os contaré una cosa. La mañana siguiente al concierto, recibí un mensaje de un amigo del que hace mucho que no tenía noticias. Decía algo así: "ayer, en el concierto de Bruce, me acordé de ti y de una frase que me dijiste hace tiempo. Me dijiste que Bruce daba ganas de vivir. Amén. Un abrazo".
Recordé aquella frase. Y me sentí tranquilo, satisfecho y pleno de vida. Y sonreí.
Literalmente, eso es lo que provoca el rock. Y, "versionando" una antigua frase de John Landau, el rock tiene nombre, y su nombre es Bruce Springsteen.
Nos vemos en la segunda parte ...
Dejando de lado aquél espectáculo, tengo que decir que este pedazo de cabrón lo ha vuelto a hacer. Desde aquél año, Bruce ha pasado por Madrid en numerosas ocasiones, dando todo tipo de conciertos, con la banda de siempre, en solitario, en acústico, con otras bandas ... pero no, nada como aquél directo.
Sólo cuando "emigrábamos" a otras ciudades, encontrábamos a veces (no siempre) al Bruce que desborda, que machaca, que sorprende y que parece inagotable.
Comentando con amigos a la salida de cada concierto, sus caras de satisfacción y de "orgasmos rockeros", se tornaban en incredulidad cuando algunos decíamos: "sí, muy bien, pero no ha sido memorable".
Me dijo un amigo: "oye, igual deberías ver menos a Bruce, ¿no?", imagino que para poder estar más "virgen" ante los grandes conciertos que nos ha ido regalando siempre. Gracias, pero tras algunas dudas, hemos comprobado que no ha hecho falta "bajar el ritmo" de asistencia.
Sólo el segundo día de su visita a Barcelona en el año 2008, se acercó a ese "trono conciertero".
Pues bien, lo que vivimos en el estadio Santiago Bernabéu, el 17 de junio de 2012, ha hecho que se tambaleasen nuestros "cimientos Springsteenianos".
Y visto lo visto, por lo que nos va llegando sobre posteriores conciertos, eso es lo que se ha propuesto Bruce, que se nos tambaleen todas nuestras creencias y experiencias sobre él y su banda.
En sus últimas tres giras (las dos anteriores podrían considerarse como una sola), han adoptado un "modelo" de concierto, en el que TODO es posible.
Es como si les hubiera "entrado prisa" por dar conciertazo tras conciertazo, como si llegaran al final de algún tipo de camino. Puede ser la edad, puede ser cualquier cosa, pero normalmente, los músicos, con los años, tienen menos "hambre" (en muchos sentidos).
Digamos que el hambre más literal, éstos tipos ya no la sufrirán, y puede que tampoco algunas de sus generaciones venideras. Y tampoco muestran mucho hambre "musical" en cuanto a los discos de estudio, que son ya, demasiado conformistas (aunque ya quisieran muchos, "firmar" esos discos).
Pero no hay duda. Hambre de concierto sí tienen, y mucha.
Los directos de Bruce siempre han sido largos. Mucho se ha escrito sobre ello.
Al acabar el del pasado domingo 17 de junio, escuché un comentario anónimo: "algún día podremos decir que estuvimos allí". Esa y otras muchas sensaciones fueron las que dejó el concierto más largo de la carrera de un tal Bruce Springsteen. Tres horas y tres cuartos, con esa intensidad, calidad y variedad, no están al alcance de nadie hoy en día.
Tras el directo de apertura de gira en Sevilla, en mayo, un amigo y yo, acabamos con sabor agridulce. Buen espectáculo, tres horas exactas, guión esperado, buen sonido, la banda en forma ... obviamente no defrauda. La gente salió encantada. Pero Bruce sabe dar mucho más.
Resultó a ratos, demasiado obvio, tanto por el repertorio, como por los guiños al público, heredados y calcados de la anterior gira.
Con ese antecedente, acudimos a la cita madrileña, al menos yo, con recelo, escéptico. Empezaba a pensar que me uniría a aquellos amigos que habían "colgado las botas" con Bruce.
Os puedo asegurar que pocas veces me he alegrado tanto de equivocarme.
Cuando Bruce y su E Street Band salen a morder, se nota. Y logran invadir con un velo de magia todo el recinto, a todo el público; del primero al último asiento de la grada; de la primera mano en alto, hasta la última lágrima derramada. El contagio es instantáneo. La suma de las tremendas personalidades de todo el grupo, marchan al unísono, repartiendo alegría con cada nota.
Dice un amigo, que ver a Bruce es una de esas cosas que hay que hacer, al menos, una vez en la vida. Estoy con él. Hay que lograr respirar el rock que desprenden estos músicos. La vida es demasiado dura, como para no catar las cosas buenas que nos pone al alcance de la mano (y del bolsillo, claro).
Os contaré una cosa. La mañana siguiente al concierto, recibí un mensaje de un amigo del que hace mucho que no tenía noticias. Decía algo así: "ayer, en el concierto de Bruce, me acordé de ti y de una frase que me dijiste hace tiempo. Me dijiste que Bruce daba ganas de vivir. Amén. Un abrazo".
Recordé aquella frase. Y me sentí tranquilo, satisfecho y pleno de vida. Y sonreí.
Literalmente, eso es lo que provoca el rock. Y, "versionando" una antigua frase de John Landau, el rock tiene nombre, y su nombre es Bruce Springsteen.
Nos vemos en la segunda parte ...
Comentarios
Y todavía siento el buen rollo que me dejó el concierto memorable del Bernabeu... es una fortuna y un orgullo poder decir siempre eso de que "sí, yo también estuve allí".
Gracias por la crónica y por las fotos, siempre impecables.
DITD
No sé si alguna vez colgará las botas, pero de momento, ya hay rumores de que puede continuar gira el año que viene.
Volveremos a "estar ahí", no crees?
Besos!